Cuando pensamos en Mary Shelley, generalmente se nos viene a la cabeza su clásica novela Frankenstein. Sin embargo, hay una historia dentro de su producción literaria que ella consideraba como una de sus más importantes y que permaneció debajo del radar durante mucho tiempo: la obra post-apocalíptica titulada El último hombre.
Esta épica narración ficcional nos cuenta la destrucción de una Europa futurista, acechada por una plaga que amenaza con quebrar la voluntad de toda la Humanidad. Y, debido a la delicada construcción de la narración, considero que es una de las mejores novelas de toda la carrera de esta maravillosa escritora inglesa.
¿De qué trata El último hombre?
Ambientada entre 2073 y 2100 en una Inglaterra futurista que tiene mucho más en común con el siglo XIX que con un futuro imaginado, la novela empieza como un drama pasional de intrigas palaciegas. Leonel Verney, hijo huérfano de un noble caído en la miseria, se hace amigo del Duque de Windsor, Adrian, un agradable muchacho que termina convirtiéndolo en caballero. Junto a su hermana Perdita, Leonel se muda al castillo de Windsor y traba una estrecha relación con la familia Real. Allí se enamora de Idris, la hermana de Adrián, mientras que Perdita se enamora de Raymond, un ambicioso joven militar que ansía convertirse en el Rey de Inglaterra por encima de la línea de sucesión que lo tiene a Adrian como favorito. El conflicto estalla cuando quedan en claro las intenciones republicanas antimonarquistas de Adrian que amenazan la estabilidad del Reino. Y la idea de un matrimonio entre el Duque y la hermana de un huérfano sin posición nobiliaria termina enemistando a la realeza de Windsor.
Sin embargo, cuando la historia se aproxima a un climax argumental, se entromete un hecho fortuito que dará forma a la segunda mitad de la novela: un brote pandémico de la peste bubónica que desvasta a Europa como nunca antes se ha visto. La enfermedad no da tregua y no distingue de clases sociales. La familia del Duque se verá forzada a encerrarse primero en su castillo mientras la población perece a su alrededor, y luego a exiliarse de Inglaterra en el continente europeo, cuya destrucción termina por barrer con los cimientos de la civilización que hasta ese momento habían conocido. Enfrentando al lector y a los personajes a lo desconocido, Mary Shelley da un argumento potente para sostener la imprevisibilidad y la fragilidad de la vida humana.
Temas centrales de El último hombre
La novela funciona como una síntesis de todos los temas que Mary Shelley buscaba explorar en sus obras literarias. Por un lado, ficcionalizó a través de sus personajes muchos de los eventos que ocurrieron en su vida real: la trágica muerte de su marido Percy luego de que una tormenta hundiera su bote en el río, el exilio en guerra de Lord Byron, el luto por la pérdida de sus hijos, etc. En cada sección de la narración encontramos de manera desbordada los traumas personales de la escritora, en la mejor tradición del Romanticismo europeo.
Por otro lado, la novela explora el fracaso de los ideales republicanos -encarnados en Adrian-, el sentido de aislamiento involucrado en la nobleza y los fallos limitantes de la medicina moderna. A través de Lionel Verney, el último hombre que quedará en pie sobre la Tierra, la autora nos presenta un retrato descarnado y pesimista del individualismo Romántico: la soledad del hombre como un hecho existencial profundamente trágico.
El gran fracaso de la novela y su resurrección
A pesar de que la autora la consideraba como su obra más importante, la publicación del libro fue una experiencia tortuosa. El tono pesimista de la historia imitó a muchos de los textos que habían aparecido en Francia e Inglaterra en el transcurso de la década, copiando el tema del "último ser humano" del planeta que fue muy popular durante la era del Romanticismo inglés.
Sin embargo, luego de su publicación, El último hombre fue destrozada por la crítica. Algunos reseñadores la catalogaron como "enfermiza", plagada de "crueldades estúpidas" y nacida de la "imaginación enferma" de la autora. Esta recepción tomó por sorpresa a la propia Mary Shelley, quien había pensado que se convertiría en un gran éxito de ventas. Tuvo que prometerle a su editor un libro más popular para su próxima publicación sólo con el objetivo de mantener su contrato.
Debido a la áspera reacción de la crítica, sólo dos ediciones se publicaron del libro: una en Londres y otra en París, ambas en 1826. No volvió a editarse hasta 1965. Y aún así, permaneció por debajo del radar del público general durante gran parte de su existencia. No fue hasta el año 2020, con la pandemia del COVID-19 y la crisis del cambio climático, que la obra cobró una relevancia inédita y se transformó en un éxito de ventas. La idea de un "último ser humano" que sobrevive al caos natural propagado por el hombre se volvió muy trascendente para los tiempos que corren, introduciendo otra faceta de esta clásica autora a nuevas generaciones de lectores modernos.
Por qué deberías leerla
De todos los libros de Mary Shelley, considero que El último hombre es el mejor de su producción. La historia es muy interesante, la prosa llega a alturas poéticas muy elocuentes, los personajes están profundizados de manera admirable, está plagada de escenas conmovedoras que te llegan al corazón y la estructura de la trama se desenvuelve con sorpresiva naturalidad. El héroe de la narración, el joven Leonel, es el arquetipo del hombre Romántico, siempre enterrado en una bruma de sentimientos y pasiones, y su viaje a lo largo de la historia nos identifica con sus batallas personales. Fue claramente una novela pensada para ser un gran clásico, muy avanzada para su época, pero que nunca recibió el reconocimiento que se merece.
Y, dado que sus temas están más vigentes que nunca, es hora de otorgarle a esta pequeña historia post-apocalíptica el lugar que le corresponde dentro del canon literario universal. Le sobra calidad, profundidad y, sobre todo, atención detallista a la psicología humana.
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