Si me has venido leyendo estos últimos años, sabrás que Halloween es mi época favorita del año. Desde que era pequeño, he sentido una inmensa fascinación hacia esta festividad de origen europeo que celebra todo lo macabro.
Tanto la estética como el espíritu otoñal de la noche del 31 de octubre (al menos en el hemisferio norte) responden a mis propias sensibilidades. Cada vez que veo material, decoración, literatura o cinematografía que se relaciona con el Halloween, me siento profundamente inspirado.
Y, a medida que esta maravillosa celebración empieza a vencer las resistencias nacionalistas absurdas que la mantuvieron alejada de latinoamérica en las últimas décadas, es importante recordar su origen y preguntarnos por qué, precisamente, celebramos Halloween.
Los orígenes y la evolución del Halloween
Samhain, el año nuevo celta
El origen más temprano que podemos hallar de esta tradición lo encontramos en la Edad de Hierro europea, en el remoto Samhain. Para los antiguos celtas, la nueva cosecha era motivo de celebración, ceremonia y religiosidad. Samhain, la festividad del año nuevo celta, marcaba para ellos el punto medio entre la mitad clara y la mitad oscura del año. Este evento resultaba muy importante para sociedades tan antiguas, ya que si los cultivos fallaban, las consecuentes hambrunas acarrearían la extinción de la comunidad.
Esta relación directa entre las estaciones del año y la supervivencia originó la creencia en la caída del "velo" que dividía el mundo de los vivos y el de los muertos durante la noche de Samhain. Las danzas alrededor de una fogata, la reverencia hacia los espíritus del pasado y la advertencia contra las oscuras noches de invierno garantizaron que el miedo y la solemnidad se apoderaran de la península británica cada mes de octubre con motivo de la cosecha. Y este temor sirvió como combustible para el sostenimiento de las prácticas agricultoras esenciales para la supervivencia.
El rol del cristianismo primitivo
Las tradiciones del paganismo celta fueron preservadas y difundidas por los cristianos tempranos, quienes las adoptaron y resignificaron para asegurarse la cristianización de Europa. Con ese mismo fin, los discípulos de Cristo adoptaron la festividad romana de Lemuria, en la que se creía que los espíritus de los fallecidos acechaban a los vivos y debían ser ahuyentados derramando leche sobre sus tumbas.
Esta suerte de "festividad de los muertos" fue reimaginada como la "festividad de los mártires" o muertos cristianos. Eventualmente se transformó en el "Día de todos los Santos" y fue trasladada al 1 de Noviembre del calendario eclesiástico. La fecha coincidía con la remota celebración de Samhain, cuyo sentido no tardaron en absorber. Así, la apropiación de las tradiciones paganas dentro de una cosmovisión cristiana le garantizó a la Iglesia miles de conversos automáticos a lo largo del continente.
All Hallow's Evening
"El día de todos los santos" fue desde un inicio una celebración muy popular, ya que mantuvo la mayor parte del atractivo pagano intacto: la veneración hacia los muertos, la vigilia ante el cambio en las estaciones y la adopción de un espíritu reflexivo, introspectivo y respetuoso hacia aquellos que han dejado este mundo. La Iglesia permitió abiertamente que los ciudadanos rememoraran no sólo a los santos, sino a todos los seres queridos que habían fallecido.
La noche anterior al 1 de Noviembre continuó la tradición de las fogatas y los festines, en lo que los cristianos medievales pasaron a llamar como "Víspera del día de todos los Santos" o en inglés: "All Hallow's Evening". Eventualmente, la frase mutó en "All Hallow's Eve" y terminó contrayéndose como el vocablo "Halloween". Dicho nombre, de origen cristiano, es el que todavía se utiliza para referirse al 31 de octubre.
Costumbres medievales
La Edad Media significó la dominación absoluta del cristianismo sobre la cultura y el estilo de vida europeo. El desdén hacia las tradiciones paganas trajo aparejado un estereotipo que continúa siendo asociado a la festividad: la bruja maligna. Este ícono pagano, representado como una mujer deforme que concibe horribles pócimas en su caldero y vuela montada sobre una escoba, es uno de los íconos por excelencia de Halloween.
Otra costumbre británica que se difundió con gran velocidad fue la del "souling", autorizada por la Iglesia católica como homenaje a sus santos. La misma consistía en visitar casa por casa para regalar los famosos "Soul Cakes": galletitas de mantequilla con especias dulces y pasas de uva que llevaban tallada como insignia la cruz cristiana. Generalmente se entregaban a cambio de una "oración" en homenaje a los fallecidos del entregador, adquiriendo un aspecto transaccional en el plano espiritual. Dicha costumbre fue históricamente relevante, ya que consituyó el antecedente más temprano del trick-or-treating moderno.
Día de Guy Fawkes: la noche de las fogatas
En 1605, un grupo de católicos rebeldes tramaron un complot para asesinar al rey protestante James I de Inglaterra con el fin de reemplazarlo por un mandatario de estirpe católica. Sin embargo, la rebelión fue subyugada tras el arresto de los involucrados. El 5 de noviembre de ese año, una serie de fogatas conmemorativas se encendieron a lo largo y a lo ancho del Reino para celebrar la supervivencia del Rey. Esta práctica se sumó a una serie de desfiles que involucraban disfraces y, especialmente, máscaras. Aquí vemos el nacimiento de otros de los elementos centrales que se asociarían con el Halloween: el disfraz enmascarado.
Siglo XIX: historias de fantasmas
Cuando estas tradiciones europeas llegaron al Nuevo Mundo, fueron potenciadas por el espíritu emprendedor estadounidense y moldeadas para transformarlas en una procesión anual. El Halloween rápidamente se afianzó en el calendario americano, que permanecía en una constante búsqueda de identidad cultural. Dicha sociedad, sin embargo, sería pronto diezmada por sus propios conflictos internos. La Guerra Civil Estadounidense dejó más de 620.000 muertos, muchos de los cuales fueron enterrados en masa, en zanjas sin marcar, sin ser identificados o reclamados por sus familias.
Por este motivo, las historias de fantasmas se popularizaron entre los descendientes de aquellos soldados fallecidos, en la forma de narraciones que imaginaban a estos desdichados militares regresando a casa. El 31 de octubre se convirtió en la noche por excelencia para contar estos relatos, y los fantasmas quedaron para siempre atados a la estética de Halloween.
El Jack-o-Lantern
El ícono principal de la celebración de Halloween es el Jack-o-Lantern: la calabaza tallada, ahuecada, con una cara sonriente, que contiene una vela que brilla en medio de la oscuridad. Nacido de una vieja leyenda europea, cuyo nombre fue inmortalizado por Nathaniel Hawthorne en sus Cuentos contados dos veces (1837), está basado en la historia de Jack, un campesino ladrón que fue echado de un pueblo por sus vecinos en medio de la noche.
En la oscuridad, Jack se encuentra con el propio Satanás, quien intenta robarse su alma. El muchacho terminará engañando al diablo y lo forzará a transformarse en una moneda y a prometer que no se llevará su alma. Debido a sus actitudes pecaminosas, se le prohíbe a Jack entrar al Cielo, pero tampoco tiene la potestad de ingresar al Infierno. Sin lugar a dónde ir, Jack le pide a Satanás una linterna para alumbrar el camino. Burlón, el diablo le entregó un pedazo de brasa caliente, imposible de sostener entre sus dedos. Jack talló un nabo y puso la brasa en su interior, para alumbrar su eterno deambular por la Tierra en busca de un sitio en el cual descansar su alma.
A partir de entonces, fue conocido como "Jack'o'lantern" (o "Jack el de la linterna") y su nabo tallado -luego convertido en calabaza- quedó asociado de manera permanente al 31 de octubre, como símbolo de la luz que guía nuestro camino en las tinieblas. La cara que se representa en la calabaza puede ser interpretada alternativamente como el rostro deforme y desquiciado del pobre Jack o la risa del maligno Diablo que lo ha condenado a un eterno purgatorio.
Siglo XX: el origen del Trick or Treat
Hacia principios del 1900, Halloween se estaba transformando en una fiesta extremadamente popular en los Estados Unidos. Los ecos de la Primera Guerra Mundial y la miseria de la Gran Depresión estaban destruyendo el ánimo americano y muchos jóvenes y adolescentes se rebelaban contra su sociedad. La noche del 31 de Octubre empezó a ser vista como un medio para descargar las frustraciones generales, que eran expresadas mediante bromas pesadas, destrucción de propiedad ajena y acoso callejero.
Fue tan grande el caos sembrado en las grandes ciudades -especialmente Chicago- que los gobiernos implementaron programas para "limpiar" la celebración y transmitir valores que garantizaran el bienestar social. Con ayuda de algunas cadenas de radio y televisión, organizaron reuniones masivas con juegos, música y premios a los mejores disfraces. Se esperaba que tuvieran el efecto de enfriar un poco el fervor colectivo.
Las familias que vivían en los suburbios más suceptibles a sufrir daños implementaron otra táctica: les daban a estos revoltosos un manojo de golosinas a cambio de que no los atacaran durante la noche del 31. Esta transacción surtió gran efecto y rápidamente se popularizó. Conocida como Trick or Treat o "Dulce o truco", es hoy considerada el corazón del Halloween infantil.
El genero del terror
Durante las décadas posteriores, el Halloween mantuvo su espíritu macabro, pero siempre destinado a los niños y a los pasatiempos de la infancia. Los disfraces, la decoración y la imaginería halloweenesca apelaban a satisfacer las necesidades de las familias que mandaban a sus hijos a pedir golosinas a sus vecinos. No se consideraba una festividad apta para los intereses de los adultos.
Sin embargo, hacia fines de la década de 1970, esto cambió gracias a la influencia del cine. Una película de terror específica, que se convirtió en un inesperado éxito de taquilla, asoció de manera permanente el género del terror con el 31 de Octubre: Halloween de John Carpenter (1978). Gracias a una original visión artística y una aguda sensibilidad estética, Carpenter no sólo nos brindó una película innovadora y entretenida sobre una niñera acechada por un paciente psiquiátrico prófugo, sino que también coloreó la cinematografía con elementos típicos del Halloween: calabazas, hojas otoñales y disfraces. Muchos otros directores siguieron sus pasos, promoviendo películas de terror ambientadas el 31 de Octubre y, en menos de una década, el género se convirtió en una parte indivisible de la celebración.
En la actualidad, para muchos, celebrar Halloween significa principalmente mirar películas de terror. Y esto se lo podemos agradecer a un joven director con una original visión artística que se animó a desafiar las convenciones de su tiempo.
¿Qué significa Halloween en la actualidad?
Con el paso de las décadas, Halloween ha llegado a convertirse en una fiesta masiva que continúa expandiéndose a lo largo y a lo ancho del planeta. Se ha extendido por toda Europa, ha aparecido en algunos países asiáticos y lentamente empieza a apoderarse del mundo hispanohablante. Si bien todavía provoca cierta resistencia por tratarse de una fiesta anglosajona, su atractivo es universal y su estética muy cautivadora. Ha generado críticas por parte de ciertas denominaciones de creyentes cristianos, pese a que el desarrollo de Halloween está íntimamente ligado al cristianismo. Es una celebración para honrar a nuestros antepasados, para conectarnos con el lado oscuro de la vida y para recordar el hecho fundamental que nos une como seres humanos: que nuestro tiempo en este mundo es limitado y efímero.
Si sos un amante del Halloween, un interesado en las cuestiones del terror o un simple lector de literatura oscura, espero que este 31 de Octubre puedas disfrutar de la magia de esta festividad y unirte, de esa manera, a una tradición forjada a lo largo de muchos siglos.
Fuentes:
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