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Charles Dickens y su crítica al sistema judicial

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    La casa lúgubre suele ser considerada como la mejor novela de Charles Dickens. Pertenece a su período de obras maduras en el que su prosa adquirió una cualidad meditativa y elaborada. Muy extensa, compleja y sobrecargada de personajes, constituye una formidable pieza literaria que se presta a un interminable análisis. Sin embargo, me gustaría abordarla desde la experiencia de lectura que tuve y darte mis opiniones al respecto.

    El último libro de Charles Dickens que leí fue Oliver Twist, que reseñé en este blog el año pasado. Teniendo en cuenta que dicha novela fue una de sus más tempranas, el contraste con La casa lúgubre fue muy notorio.

¿De qué trata La casa lúgubre?

    La obra gira alrededor de un interminable proceso judicial, el famoso caso Jarndyce vs Jarndyce, que se originó por un testador que escribió una serie de testamentos contradictorios. Este juicio parece imposible de resolver, ha consumido a generaciones enteras en su desarrollo, constituye el terror de los abogados y ha conducido a algunos de sus protagonistas a la locura y a la ruina. Dickens nos presenta al sistema judicial inglés como a un monstruo impersonal, inaccesible y deshumanizado que destruye las relaciones humanas. Todos los personajes de la novela se verán afectados por el juicio, directa o indirectamente, ya que todos tienen algún tipo de interés en la fortuna que se encuentra en disputa.

    La historia sigue los pasos de un reparto muy grande de personajes que protagonizan tres tramas entrelazadas. La primera es la de Sir Leicester Dedlock y su mujer, aristócratas de la opulenta Chesney Wold, que reciben de la mano de su abogado (Mr. Tulkinghorn) una información que altera los ánimos de la dama del hogar y que dará paso al descubrimiento de un oscuro secreto de su pasado. La segunda, narrada en primera persona, sigue los pasos de Esther Summerson, joven huérfana que es adoptada por su acaudalado primo John Jarndyce, quien a su vez asume la custodia de otros dos jóvenes: Ada y Richard. Los tres vivirán una existencia idílica en la llamada Casa Lúgubre de su nuevo tutor, antes de ser afectados por la intromisión del juicio en sus vidas. Y la tercera, nos muestra la interacción entre un grupo de personajes del bajomundo británico que accionarán una serie de crímenes y conspiraciones que estarán íntimamente relacionadas al juicio en cuestión. Eventualmente, todo confluirá en un gran clima narrativo que hará inolvidable a esta singular novela victoriana.

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Estilo literario

    La casa lúgubre se diferencia del resto de las novelas del autor por la complejidad psicológica de sus protagonistas. A diferencia de otros libros como Oliver Twist, Tiempos difíciles o Historia de dos ciudades, en los que sus personajes tienden a presentar rasgos caricaturescos y exagerados, esta obra los muestra como seres humanos completos, dueños de pasiones, sueños, vacilaciones y contradicciones internas. El estilo narrativo se adapta un poco más a las convenciones victorianas de la novela de aprendizaje y, sin perder el toque dickensiano que tanto gusta a sus lectores, nos ofrece una historia más profunda que aquellas a las que nos tiene acostumbrados. 

    Los temas del libro son clásicos de su repertorio, pero tratados aquí con mayor cuidado y sutileza: la búsqueda de la identidad propia, la ausencia de una figura paterna, el amor frustrado, la caída en la pobreza, la obsesión como autodestrucción, la opresión de las convenciones sociales de la época y el amor que triunfa por sobre todos los males. Algunas escenas alcanzan un clímax emocional muy admirable y la ambientación de la novela está descripta con exquisita atención al detalle. Dickens aprovecha para introducir una sátira de la discusión política de su tiempo y, también, parodiar la absurda lentitud de la burocracia judicial inglesa.

Una crítica al sistema judicial

    La idea del libro se basó en un caso real que repercutió en la literatura procesal inglesa como ejemplo del absurdo al que podía llegar el sistema: el famoso Thellusson vs Woodford. El conflicto se originó cuando un mercader llamado Peter Thellusson destinó 600.000 libras de su patrimonio a un fondo personal para que éste se acumulara generando intereses a lo largo de las vidas de sus hijos, nietos y tataranietos hasta superar el valor de 14.000.000 de libras. Una vez cumplido este cometido, se repartiría entre sus descendientes vivos, con la condición de que una parte de la fortuna continuara acumulándose para seguir generando intereses y beneficiando a futuros descendientes a perpetuidad. Por supuesto, esta voluntad fue desafiada por los familiares de Thellusson, por el gobierno inglés y por un grupo de ciudadanos escandalizados, en una serie de contrademandas que fueron apeladas hasta bien pasada la muerte del comerciante en 1797. En 1799 la cuestión se llevó a juicio y se mantuvo en continua disputa hasta 1856 cuando se determinó que el legado, así planteado, sí resultaba válido. En 1859, finalmente se repartió la fortuna entre los herederos vivos pero, dado el costoso y extenso proceso judicial que se financió con el dinero en disputa, cuando recibieron la herencia descubrieron que casi no quedaba nada de ella. 

    A partir de este caso, nuevas leyes se aprobaron en Inglaterra prohibiendo la acumulación perpetua de la propiedad y estableciendo mecanismos para acelerar la transmisión de las herencias. Sin embargo, sirvió como inspiración directa para el Jarndyce vs Jarndyce de Charles Dickens.

Mi experiencia de lectura

    Debo admitir que tuve altibajos en mi lectura de esta novela. Por un lado, disfruté mucho de la historia y de sus personajes. Algunos diálogos poseen tanta belleza y tanta carga emocional que es muy fácil imaginar por qué muchos consideran a ésta como su novela favorita de Charles Dickens. Por el otro, me pareció que algunos fragmentos se extendían innecesariamente. Considero que esta obra podría haber sido condensada en una versión más compacta para convertirla en una narración más atrapante. El exceso de personajes secundarios a veces me generaba dificultades para recordar quién era quién y qué rol jugaba cada uno dentro de la historia principal. Como el autor nos tiene acostumbrados, su estructuración de la trama es extraordinaria, pero muchas veces me cuestioné la necesidad de la existencia de ciertos personajes.

    En general, la considero una obra magistral, digna de ser analizada y estudiada -Donna Tartt tiene una conferencia pública destinada al análisis de esta novela-. Sin embargo, no la recomiendo como primera aproximación al autor. Es un libro extraño, complejo, sobrecargado, que aparece más como una singularidad dentro del repertorio dickensiano que como un ejemplo de sus mejores historias. Sólo la recomendaría para los lectores que ya han leído varias de sus novelas y deseen continuar profundizando en su producción.

    ¿Leíste La casa lúgubre? ¿Qué te pareció? Contame en los comentarios :)

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  • SOBRE EL AUTOR
      Mi nombre es Rodrigo. Soy un escritor independiente Argentino, apasionado por contar historias y compartir reflexiones. Si bien mi campo predilecto es la ficción, en este blog les hablo sobre todo lo que pasa por mi cabeza: mi vida, mis experiencias, mis visiones del mundo y mi proceso creativo. Escribo desde chico ficción contemporánea y ficción gótica. He publicado relatos cortos y novelas que están disponibles para lectores de todas partes del mundo. A través de este blog, espero ayudarte a encontrar tu próximo libro favorito.

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