La obra de Émile Zola fue una de las mejores novelas que leí este año. Intensa, pasional, traviesa y con ciertos acentos de crítica intelectual, se trató de una historia memorable que consiguió revitalizar mi amor por el arte, la historia y la literatura. Si bien el estilo y el tono es muy similar a otras obras del período, la voz narrativa de Zola sobresale por su talento a la hora de plasmar lo mundano y sencillo de manera nítida y pintoresca.
¿Quién fue Émile Zola?
Nacido en París en 1840, Émile Zola se desempeñó como novelista, ensayista y periodista dentro de un rico ambiente de intercambio intelectual. Vivió el gran renacimiento que experimentaron la cultura y la economía francesas durante la transición de siglos, un período que tuvo a París como la capital intelectual del mundo y que hoy se recuerda como la Belle Époque. Fue amigo de la infancia del pintor vanguardista Paul Cezanne y escribió numerosos ensayos de crítica literaria y artística para la prensa local.
Eventualmente, se convirtió en el representante más destacado de un nuevo movimiento literario conocido como naturalismo, que intentaba alejarse de las pasiones idealizadas del romanticismo que había dominado la ficción europea y abrazaba la observación científia de la realidad adaptada a la ficción, la búsqueda de un tono impersonal que invisibilizara la voz narrativa del autor y resaltaba la idea del determinismo, en la que los protagonistas tenían un destino predeterminado por fuerzas que escapaban a su control.
Dentro de sus innovaciones, Zola marcó el camino para el surgimiento del teatro naturalista, la ópera verista y las vanguardias del arte plástico de su generación. Más allá de sus intenciones estéticas, Zola continúa siendo un autor aclamado cuyas obras se editan en todos los idiomas.
Tuvo una vida marcada por la política y falleció debido a una intoxiación de monóxido de carbono en un sospechoso accidente. Algunos creen que fue asesinado, por su posición crítica en el caso Dreyfus, luego de escribirle una carta abierta al presidente Félix Faure en el periódico L'Aurore, el 13 de Enero de 1898.
Los Rougont-Macquart
Inspirado en Honoré de Balzac (quien publicó una serie de 92 novelas entrelazadas tituladas La Comedia Humana), Zola decidió que dedicaría su carrera literaria a la concepción de una saga de novelas que detallaran la vida de las múltiples generaciones de dos familias -los Rougonts y los Macquarts- para ofrecer un panorama de la vida en Francia durante el Segundo Imperio Francés. Estas historias serían un espejo para demostrar la manera en que la raza humana es moldeada por su entorno y cómo la herencia condiciona la experiencia de vida y el futuro de las personas. Eventualmente, estas novelas terminaron convirtiéndose en un análisis crítico de la cultura francesa, representando anhelos, ideologías y luchas cotidianas de distintos sectores de la sociedad de su época. "La obra" fue la decimocuarta entrega dentro de esta serie y, pese a contar con personajes y temas comunes, cada una de las novelas que la componen puede leerse de manera independiente.
¿Sobre qué trata La Obra?
Protagonizada por un pintor frustrado llamado Claude Lantier, la novela nos muestra la tortura emocional de un artista innovador que es incapaz de alcanzar su potencial y las consecuencias psicológicas que aquello es capaz de generar en él. La historia comienza con un encuentro fortuito una noche de tormenta, entre el joven Claude y una bella muchacha llamada Christine. Ella merodea perdida en París debido a una confusión de itinerario y él decide cobijarla en su departamento, pese a sus protestas. Claude es un muchacho provinciano, quien se ha mudado desde Plassans a París junto a su amigo de la infancia, Pierre Sandoz, en busca de la fama artística. La belleza de Christine le servirá de inspiración a Claude para pintar su obra maestra, una en la que viene trabajando desde hace años y que espera que algún día le consiga la fama, el éxito y la admiración de las academias artísticas parisinas. Eventualmente, ambos jóvenes terminarán enamorándose y contrayendo matrimonio. A su vez, Claude se nutrirá de un pintoresco grupo de amigos artistas: escritores, escultores y pintores de todo tipo, que comparten su visión estética innovadora y que también buscan alcanzar la gloria. Sin embargo, fracaso tras fracaso, los quince años que transcurren desde el inicio de la narración le irán demostrando a estos jóvenes arrogantes que el éxito artístico está más lejos de lo pensado y que las falsas ilusiones los conducirán hacia la disgregación, el sufrimiento y la locura.
La delicadeza estética de La Obra
El movimiento estético que Claude intenta representar en la novela es uno al que ha titulado "plein air" y que se basa en un inédito y estridente uso del color y la forma. En esencia, se trata de una mal maquillada parodia del impresionismo francés, estilo que estaba en boga cuando Zola escribió la novela y movimiento al que fugazmente perteneció su amigo Paul Cezanne. "La obra" constituye una excelente crónica del enfrentamiento entre los pintores vanguardistas y la Academia de Artes francesa, cuyo conflicto derivó en la ruptura de los impresionistas con las instituciones establecidas y dio origen a los movimientos vanguardistas en la Europa de fines del siglo XIX. Las vívidas descripciones de las obras de arte, el lenguaje emocional con que presenta las creaciones de sus protagonistas y la constante presencia de un cultivado refinamiento intelectual, le otorgan a la novela una atmósfera muy particular. Pese a lo empática que es con las dificultades a las que se enfrentan sus protagonistas, la publicación del libro llevó a la culminación de la amistad entre Zola y Cezanne, quien se sintió ofendido debido a la crítica implícita que la historia conlleva respecto a la necedad intransigente de ciertos tipos de artistas.
Mi opinión final
Disfruté mucho leyendo "La obra". Fue mi primera gran novela de Émile Zola, y la que más me interesaba leer de él. Si bien se trata de una pieza literaria que puede ser disfrutada por el público en general, debido a mi propia formación artística, pude reirme de muchas de las referencias que el autor hace parodiando al arte de la época y al zeitgeist cultural parisino que, en aquel momento, estaba atravesando una singular transición. El talento narrativo de Zola, su sentido del humor y sus vívidas descripciones dejaron una impresión muy positiva en mí. Además, el final trágico del libro llegó a conmoverme. Estoy dispuesto a leer otras novelas del autor (De hecho, ya tengo otras dos en la mira para continuar con su producción) y, sin dudas, será un escritor que continuaré explorando y analizando en este blog.
¿Has leído La obra? ¿Qué te ha parecido? ¿Qué otros libros del autor has disfrutado? Contame en los comentarios :)
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