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Por qué amo vivir en la ciudad

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      Una tendencia que he visto últimamente en todas partes del mundo es cierta actitud de desprecio hacia las grandes ciudades. Nos vemos inundados por la narrativa de gente que se va a vivir al campo, que se aleja de los centros urbanos, que decide hacer home office a distancia y jura mejorar así su calidad de vida. Si bien hay un componente elitista en tales relatos (mucho profesional de champagne que se pasó los últimos dos años en casita, con pijama, mientras el resto seguíamos trabajando con ingresos reducidos y algunos quedándose sin trabajo por la cuarentena totalitaria), todo indica que será una moda que continuará popularizándose en los próximos años. Parece que cada semana encuentro en los diarios un artículo cuyos protagonistas -usualmente jóvenes con empleos no presenciales bien remunerados- se explayan con gran pomposidad sobre lo hermoso que es vivir alejado de todos los problemas de la ciudad: la contaminación, la inseguridad, la muchedumbre, el estrés, etc. Me gustaría, desde mi humilde lugar, contrarrestar un poco dichos relatos y contarles por qué, personalmente, amo vivir en la ciudad.

     Es cierto que no vivo en lo que podría considerarse una "gran" ciudad -Mendoza es ínfimamente más chica que Buenos Aires, a pesar de contar con todos los elementos de una metrópolis-, pero sí he vivido en ciudades enormes en el pasado y mi opinión de ellas nunca ha cambiado. Considero a la ciudad como el sitio perfecto para mí, con el balance adecuado para el estilo de vida que llevo y las comodidades más importantes para mi día a día. Incluso pienso que las ciudades tienen un valor espiritual y psicológico enorme que vale la pena ser explorado.


Sentido de cultura e historia


    Desde las épocas antiguas de la humanidad, las ciudades han sido centros civilizatorios. Son los caldos de cultivo donde crece y se reproduce la cultura, donde trascienden los grandes acontecimientos y donde se gestan las ideas que cambian al mundo. Una razón por la que esto ocurre es que la ciudad tiende a atraer y promover estilos de vida diversos, visiones del mundo contrapuestas, interacciones permanentes entre su ciudadanos y plantean problemas que requieren de soluciones creativas. No es casual que la mayoría de las universidades, medios de comunicación y centros artísticos del mundo confluyan siempre en las ciudades. A través de ellas podemos cultivar nuestro sentido humano de cultura, historia y civilización.


Diversidad de comidas y bebidas


     Uno de los beneficios más gratos que obtenemos al vivir en una ciudad está en su amplia oferta culinaria. Suena como un elemento superficial, casi frívolo, pero a través de la interacción que tenemos con las diversas experiencias gastronómicas enriquecemos nuestro estándar de vida de maneras que serían impensadas si viviéramos en el campo o alejados de todo. Poder encontrar en una simple caminata múltiples cafés, restaurantes y lugares de brunch nos estimula a tomar riesgos y probar cosas nuevas, lo que es un valor personal que resulta importante desarrollar.


Parques públicos


     Una ciudad bien diseñada demuestra un delicado equilibrio entre arquitectura y espacios verdes. Aquella que yo habito posee uno de los parques más hermosos de este país, que constituye un centro de recreación, naturaleza y conexión personal accesible a todo el mundo. Los parques públicos suelen ser espacios de socialización y de retiro individual, de actividades deportivas o meditación, pero siempre ayudan a traernos esa necesaria experiencia al aire libre que nos sería inaccesible si no somos dueños de grandes parcelas de territorio (y de los fondos necesarios para mantenerlo). Los parques urbanos sirven para garantizar el acceso del mundo natural a todos sus habitantes y pienso que es un hecho hermoso e inclusivo.


Facilidad de transporte


      Siendo una persona que no maneja automóviles, me resultaría muy inconveniente vivir a grandes distancias de todos los sitios que necesito visitar en mi día a día. Lo bueno de las ciudades es que resuelven este dilema con redes de transporte accesibles y numerosas. Sea que se trate de un colectivo, un subte o un simple taxi, la ciudad provee de métodos de transporte que resultan cómodos y prácticos. Y como bonus, si vivis en el microcentro, todo te queda a una distancia perfecta para caminar y, al mismo tiempo, ejercitarte.


El horizonte es espectacular


      Dado que no vivo en una ciudad muy grande -y una construida más horizontal que verticalmente-, este beneficio no se aplica a mí específicamente, pero es un elemento importante en las grandes urbes del mundo.  El horizonte de la ciudad, con sus rascacielos y sus murallas iluminadas, resulta una visión estimulante que apela a nuestro sentido de heroísmo y grandeza. Resulta que lo que estamos contemplando cuando miramos a dicho horizonte es el agregado de todas las obras cumbres de cientos de mentes creativas: arquitectos, ingenieros, diseñadores y constructores de todo tipo. Son quienes le dieron forma y estilo a nuestras vidas personales -esto puede ser positivo o negativo, de acuerdo al lugar en que se encuentren- y a ellos les debemos los lujos propios de la modernidad. En lo personal, encuentro que observar el horizonte de una ciudad nos habla del genio creativo y de lo lejos que son capaces de llegar la mente y el esfuerzo humanos. Poemas, canciones y novelas se han escrito para homenajearlo y no es difícil darse cuenta del porqué.


Son centros energéticos



      Las ciudades zumban de energía. A donde sea que mires, hay gente haciendo cosas interesantes. Eventos sociales, charlas al aire libre, discusiones, y toda clase de pequeñas viñetas alrededor que enriquecen nuestros días. En una ciudad no necesitás conocer a nadie para sentirte acompañado y todo está teñido con el encanto propio de quienes la habitan. Aún cuando soy una persona que necesita de paz y de tranquilidad, encuentro al ajetreo propio de las ciudades enormemente estimulante.


Están llenas de inspiración


      Continuando con el punto anterior, debo decir que las ciudades proveen de una fuente infinita de inspiración. Sus personajes, sabores, colores y atmósferas ayudan a formar un conjunto que define su estilo e identidad. Como escritor, encuentro que la ciudad me inspira para crear historias, para inmiscuirse en la naturaleza humana de quienes me rodean y para incentivar mi creatividad. Y por esta razón continuaré viviendo en ellas durante los próximos años.


      Esas fueron algunas de las razones por las que amo vivir en mi ciudad. ¿Ustedes también aman las ciudades? ¿Qué motivos les hace amarlas? ¿En qué ciudad viven o han vivido en el pasado? Cuéntenme en los comentarios :)


  • SOBRE EL AUTOR
      Mi nombre es Rodrigo. Soy un escritor independiente Argentino, apasionado por contar historias y compartir reflexiones. Si bien mi campo predilecto es la ficción, en este blog les hablo sobre todo lo que pasa por mi cabeza: mi vida, mis experiencias, mis visiones del mundo y mi proceso creativo. Escribo desde chico ficción literaria y ficción gótica. He publicado relatos cortos y novelas que están disponibles para lectores de todas partes del mundo.

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